Odile vino a poner
nuevamente de manifiesto el poder que tiene por encima de la raza humana la
naturaleza, ante un escenario devastador, desconsuelo y desesperación por el
impacto de este poder en un estado como Baja california sur que hoy vive el
peor de las pesadillas y de una emergencia de escala nacional.
Odile al igual que Ingrid y Manuel, estos dos últimos que
azotaron intempestivamente el año pasado en el territorio nacional, nos dejan
una clara enseñanza de lo que la madre
naturaleza puede hacer cansada de tanto deterioro que como ser vivo y racional
le hemos hecho a su entorno.
Las imágenes que circulan en las redes sociales, en los
noticieros, en la prensa escrita, hablan por sí misma de la condición y de la
realidad que aflora después de la tormenta, la calma llego, como también llego la
carencia de agua, comida, productos básicos, combustible, comunicación y tantos
otros complementos para la sobrevivencia ciudadana. La situación no es para
menos, el problema es gigantesco si hablamos de una reconfiguración de las
comunidades devastadas, de las zonas turísticas y del cinturón de pobreza que tiene
sin duda este estado, como cualquier otro del país.
Para esta fecha, los trabajos de remoción de lo inservible
habrán comenzado, los víveres repartiéndose sin el control necesario, debido a
la gravedad del problema que miles de Bajacalifornianos padecen hoy y
continuaran padeciendo mañana en tanto no haya alguna estrategia federal y estatal
para poder apaciguar el daño. Se calcula y se habla de cientos de millones de
pesos que se necesitan para restablecer la vida cotidiana en este estado
norteño, el fondo para la atención a los desastres naturales (FONDEN) cuenta y
de acuerdo al proyecto del Presupuesto de Egresos de la Federación 2014 con
alrededor de 7 mil 500 millones de pesos, una cifra que deberá cubrir en algún porcentaje por lo menos con las
expectativas para dicho restablecimiento ya que con esta cantidad mencionada,
el gobierno federal pretende hacer frente a cualquier contingencia que se
pudiera ir presentando a causa de estos fenómenos naturales.
Según datos recabados y haciendo una comparativa entre Odile
y los dos fenómenos que azotaron el año pasado de forma simultánea (Ingrid y
Manuel) al país, el número de decesos es relativamente menor, solo tres casos
reportados a la fecha en contra de poco mas de 150 casos que provoco las
tormentas conjugadas precisamente en el mes patrio.
Baja california tardara en levantarse, eso es una realidad,
los intentos por parte de los gobiernos y de la propia ciudadanía mexicana en
sanar la herida será un esfuerzo sin fronteras y una lucha diaria e impostergable
para que miles y miles de familias que literalmente se quedaron en la calle
porque perdieron su poco o mucho patrimonio, puedan recuperar parte de ello y
volver a la normalidad, cosa que insisto, tomara su tiempo.
Ojala pues que ante este escenario desolador, las órdenes de
gobierno de la nación hagan con responsabilidad la parte que les corresponda,
que los recursos destinados para la reconstrucción sean aplicados como debe
ser, pues las experiencias anteriores han demostrado lo contrario, como en el
caso del estado de Guerrero en donde a estas alturas del paso de Ingrid y Manuel,
el apoyo prometido simple y sospechosamente no ha llegado, sobre todo en las
zonas de la montaña muy a pesar que se destinaron más de 65 mil millones de
pesos para la reconfiguración de las áreas dañadas.
Guerrero al igual que Baja california, han sido de los
estados con mas municipios afectados, tanto el año pasado como ahora, el
recuento de los daños así lo describen, ahora solo falta esperar a conocer las
estrategias y la manera en que los recursos serán distribuidos. Estamos ante un
hecho que resulta inevitable contener, los fenómenos naturales son hoy por hoy,
esa muestra de que algo estamos haciendo mal como habitantes de este planeta,
por fortuna, el tema de la protección civil cada vez se va fortaleciendo en el
país, va adquiriendo la importancia oficial sobre todo en el tema de la
prevención, pero aun así, será difícil superar los estragos de la naturaleza,
recordemos lo sucedido el 19 de septiembre de 1985, con el terremoto que
sacudió a la capital del país cuando apenas se iniciaba el día, hoy a 29 años
de distancia, el protocolo entorno al suceso es como todos los años después del
episodio que marco la vida de muchos mexicanos. Fue quizá el inicio en la era
contemporánea, de las enseñanzas que la naturaleza nos comenzó a dictar para
qué fuéramos tomando nota ante la degradación de la figura natural por parte de
la humanidad, ella también puede reclamar.
En la medida en que usted amigo lector, pueda ayudar con
donativos para los hermanos afectados, en ese sentido nos veremos satisfechos
porque la solidaridad deberá siempre ser garante para hermanarnos ante la
desesperación de los semejantes que ansiosamente buscan una porción de ayuda.
¿Usted qué dice?