domingo, 12 de octubre de 2014

EL SALARIO MINIMO: SU DISCUSION Y SU ESTANCAMIENTO

El debate en torno al tema del salario mínimo en el país, ha alcanzado una resonancia política, social y empresarial  impresionante. Mientras que algunos promueven el aumento del mismo, otros patalean y van en contra de lo que esta interesante propuesta ha generado sobretodo en el círculo laboral de prácticamente todo el territorio nacional.
El asunto no es para menos, si tomamos en cuenta que la irrisoria cantidad que actualmente representa el salario mínimo y que se le paga a la clase trabajadora por una jornada de trabajo no alcanza para sufragar los gastos necesarios para la manutención de una familia, en otras palabras, es una lucha constante y de reversa para los jefes de familia que no logran aterrizar los elementos más apremiantes para el sostenimiento e impulso del hogar.
La limitada economía, en comparación con los altos salarios que devengan por ejemplo los funcionarios de gobierno y los propios legisladores, desequilibran por completo el status social, la diferencia de clases se promueve constantemente y el interés por  tratar de equilibrarlo se nulifica por el efecto que causa la insensibilidad ante los problemas que adolecen en el país y que estadísticamente representa a lo que hoy llamamos marginación, pobreza y exclusión.
El debate al aumento del salario mínimo, lejos de ser una bandera política  o un eventual trampolín en el escenario político, representa una enorme necesidad laboral y pone en la mesa de la discusión, un asunto que se ha guardado irresponsablemente por quienes insisten en mantener tal diferencia de clases para el sometimiento de las masas asalariadas a las voluntades y caprichos de un puñado de  empresarios, políticos y gobernantes que mantienen el control y manejo estratégico del país, un país en donde impera el desorden económico, en donde el jodido seguirá siendo pisoteado y los gánsteres de la plutocracia aumentando su poder en pro de la supremacía financiera.
Es probable que la idea sea descabellada como dicen algunas voces por aquello del tema inflacionario, pero la realidad es que sería un logro importante, puesto que la incongruencia en las finanzas de millones de familias mexicanas con los constantes aumentos de la canasta básica, de los insumos primordiales, de los combustibles, enmarcan la situación que lacera en gran parte del territorio y en los cinturones de miseria que aglutinan los estados más pobres del país.
¿Por qué no homologar los salarios en el país? ¿Por qué los legisladores tienen un tabulador que rebasa los 75 salarios mínimos en una sola exhibición? ¿No son los trabajadores quienes mueven a este país?
En el caso de la entidad oaxaqueña, el salario para este 2014 oscila por los 64 pesos diarios que multiplicados por 15 días arroja una cantidad paupérrima de 960 pesos, la realidad entonces golpea y lastima indudablemente a la clase obrera, máxime si consideramos que el  trabajo hoy en día es muy escaso. La desgracia de unos, es complacencia para otros.
Ojala y que los factores que lacera en la vida de los trabajadores, sean condicionantes para que al momento de la discusión se puedan ir abriendo las posibilidades para que las cosas vayan cambiando, es cierto que la diferencia es abismal pero de una u otra forma se tiene que ir compactando para que podamos presumir en un futuro de igualdad, equidad y modernidad. En tanto esto no suceda, seguiremos estancados como nación tercermundista, sin esa aspiración legítima de crecer y desarrollarnos como tal, porque las injusticias aun prevalecen y van exterminando cualquier posibilidad de encausarnos en un eventual punto de intersección con los países que han encontrado la fórmula para  promover políticas públicas que impulsen a quienes con su esfuerzo laboral consiguen vivir armoniosa y dignamente, percibiendo recursos que satisfagan sus necesidades más importantes.
El reto es enorme, el estigma reformador del presidente de la república necesariamente también tendrá que armonizarse con el tema, no quedarse aislado ante un reclamo histórico y justo para los millones de trabajadores que a lo largo de sus vidas laborales han quedado arrinconados sin que nadie los valore y se preocupe por brindarles esa seguridad económica mediante la percepción de un salario digno.
Miguel Ángel Mancera, jefe del gobierno capitalino y  ferviente impulsor del incremento salarial, ha dado paso a una desbandada de críticas de políticos, cámaras de comercio y patronales, incluso del propio gobierno federal quienes argumentan los efectos negativos que se tendrá en un dado caso de aprobarse de golpe dicho salario mínimo, sin considerar desde luego, que el daño lleva años estancado por la propia necedad de ellos mismos a no atreverse a tratar el asunto, como una emergencia económica y laboral que pende de un hilo porque en definitiva las familias ya no cuentan con ese poder adquisitivo que les permita “vivir mejor”.
Mientras que las prerrogativas que reciben los partidos políticos por conceptos operativos van en aumento y con especiales variaciones en cada ejercicio fiscal, el tema del salario primitivo no puede ser indiferente para quienes privilegiadamente navegan por estos institutos, la seriedad con que se trate el asunto será crucial para que el impulso social llegue a otro nivel.
Veremos que sucede en los próximos días, si los legisladores se ponen de acuerdo en el punto, o la desesperanza de los trabajadores hará mella en la próxima contienda electoral intermedia del 2015, en donde serán electos diputados federales, la directriz legislativa deberá tomar en consideración toda posibilidad, porque si en algo tenemos razón, es que la mayor parte ciudadana ya se encuentra hasta el copete (por no utilizar otra concepto despectivo) de que la voluntad depositada mediante el sufragio, sea lastimada y burlada cada vez que existen estos movimientos electoreros.

DEDICATORIA: A los millones que conforman la planta laboral mexicana directa o indirectamente y que perciben hasta el día de hoy, un salario paupérrimo que no les alcanza para una vida digna y que siguen estando a la espera de la trillada justicia social.