Si nos pudiéramos remitir
hacia 1882 año en que según datos históricos, se gesto la fundación de
los que hoy llamamos Unión Hidalgo tendríamos la
oportunidad de inmiscuirnos en la idea que se formaron los abuelos de nuestros
abuelos al momento de comenzar a trazar el rumbo de la comunidad Gubiña.
¿Cuál fue esa pretensión y que en
la actualidad no hemos sabido ni querido
capitalizar?
Hace 132 años, cuando apenas esto
era una ilusión zapoteca, los primeros pobladores Gubiñas mantuvieron la fe de
que algún día las futuras generaciones serian capaces de edificar, transformar
y desarrollar un sendero prospero para la población. A pesar de la hambruna que
permeaba en los inicios de la construcción
social jamás desistieron y mantuvieron la unidad.
Hoy la realidad es otra, muy
distinta a lo que planearon, lejos quedaron esas ilusiones campesinas, esas
inquietudes zapotecas, una herencia que ha sido distorsionada por las
ambiciones y por el egoísmo, por la desunión y por la conformidad. El confort
que representa gobernar a este terruño es la materia, el dinero mueve todo, las
conciencias hace años que quedaron varadas.
Es cierto que el pueblo ha venido
cambiando en comparación cuando esto era todavía unas rancherías, el detalle es
que no nos dimos cuenta cuando fue que
el transito se detuvo, probablemente desde que los partidos y los cacicazgos
políticos encontraron la ruta para ordeñar los recursos del pueblo o quizá, cuando
feneció la gestión del último buen presidente municipal que se tiene registro,
fue en ese momento en que se terminaron los grandes hombres con la filosofía
del servicio a los demás.
Se cumplen 132 años y desde
entonces, poco o nada se ha hecho por darle un rostro diferente a la población,
la falta de visión de quienes en los últimos 32 años han gobernado al municipio
ha impactado en el rezago que hoy en día palpamos en el interior de la comuna. Unión
Hidalgo llega al acumulado senecto, con las mismas expectativas de años
anteriores y con las mismas esperanzas en los gobiernos que cada tres años
toman posiciones en la autoridad municipal.
Muy atrás quedaron los hombres
baluartes recordados por la historia Gubiña y que insistentemente hacemos
referencia, aquellos quienes aspiraron y se inspiraron en construir una
comunidad a la altura de los tiempos y de las circunstancias, hoy los podemos
recordar con gratitud, no así de aquellos que han tenido la oportunidad y la
han despreciado y hoy se encuentran sumidos en una madriguera, sin que nadie
los tome en cuenta, sin que nadie se acuerde de ellos.
Por ello, es importante hacer un
cuestionamiento profundo:
¿Tenemos algo que celebrar?
Esto va mas allá del aniversario
132 de la población, deberá ser algo reflexivo y crítico ante la realidad que
muchos se niegan a ver y máxime si forman parte del gobierno. La realidad es que
seguimos sumidos y no hemos trascendido estructural, social, político,
cultural, educativa y deportivamente hablando, pues estas bases para un posible
desarrollo, todavía siguen sin ser atendidos debidamente y en donde nosotros
como parte de un municipio aparentemente libre y democrático, tenemos mucho de
responsabilidad.
Más allá de las festividades, de
los juegos mecánicos y de todo lo que pudiera ser tradicional en esta
celebración, debemos de levantar la voz y organizarnos para la exigencia de las
buenas acciones que beneficien a toda la colectividad; pareciera que nuestra
participación solo se resume en las elecciones políticas y no en darle seguimiento al comportamiento
gubernamental, pareciera que después de llevar al poder a cualquier candidato,
nuestra misión ha terminado, cuando debería de haber comenzado.
La apatía, el fanatismo y en
algunos casos, los malos candidatos que a la postre resultan ser malos
presidentes, son solo causales de que estemos ante un escenario de abandono,
retroceso y marginación.
Todo tiene su propia consecuencia
y el tema político que de acuerdo a nuestras leyes debería ser el medio para una
posible transformación, hoy en día se encuentra prostituida, a tal grado que
solo basta apreciar las pugnas en los institutos políticos degradados por
alcanzar alguna migaja en el poder. Esta avaricia ha llevado que esta ciencia
llamada política, se vea envuelta y secuestrada por un grupúsculo que solo buscan
el desarrollo personal.
Unión Hidalgo no solo ha sido
rehén de los grupos, sino que también ha sido alcanzado por la modernidad, es
decir, estamos creciendo de forma avasallante, pero sin los servicios básicos obligatorios como drenaje, agua
potable, electrificación, salud, servicio de recolección de basura entre otras
mas y esto contrasta con la inversión
multimillonaria que se está realizando en la parte norte de la población, en
donde unos de los proyectos más grande de América latina en el tema energético está ya en operación sin que parte de esas inversiones
lleguen aun a beneficiar a la comunidad.
De que nos sirve entonces ser
reconocidos por este proyecto, cuando solo unos pocos, una minoría selecta son
los que se benefician e inclusive son los que se embolsan los recursos y
aportaciones que pudieran dar las empresas privadas. Y lo más triste de todo,
es que nadie dice nada, todos callamos y seguimos como si aquí no pasara nada.
Entonces, ¿Qué tenemos que
celebrar?
Por mas amor que le pudiéramos
tener a la población, mientras el poder de organización nos haga falta, muchos
más llegaran al poder y seguirán con la misma tradición de siempre, hacer todo un
borlote con los aniversarios como cortina de humo, mientras la sociedad cada día
acumula más años de abandono.
¿Y tú qué opinas?