· * Cuando el negocio pudo más que el deporte
La
gran algarabía causada por la copa del mundo celebrada en estos días en Brasil,
trajo a mi memoria hermosos recuerdos de cuando junto con amigos del
Tecnológico del Istmo y de la comunidad, nos aventurábamos por las tardes y por
las mañanas a practicar este maravilloso deporte: el fútbol.
Debo
reconocer que hace ya algunos años que deje de acudir a la práctica de este
deporte por cuestiones de trabajo y otras atenciones personales, sin embargo,
es algo que traigo muy dentro del corazón porque en alguna época hicimos gala
de lo que este deporte imprime en quienes lo practican.
La
tensión y el orgullo de jugar un partido final, es sencillamente sensacional,
creo que aquellos que han hecho del fútbol un complemento en su vida, estarán
de acuerdo conmigo, que la adrenalina y la presión desbordada que provoca este
deporte es intrínseca en cada minuto que dura el juego.
Pasajes
de una historia reflejada en un equipo de fútbol escolar y llanero que marcó la
diferencia entre las generaciones que han pasado en el Tecnológico del Istmo.
Recordar
a estos grandes amigos simplemente es excepcional y supongo que también ellos
están gozados al igual que yo, revivir esos grandes recuerdos que como grupo
fuimos marcando en algunas ciudades del país.
Ciudades
como Oaxaca, Chiapas, Veracruz, Orizaba, Puebla, Pachuca, Chihuahua, Huatulco y
en la misma Región Istmeña, sede de la institución el cual representábamos,
fueron grandes escenarios donde el pundonor y el orgullo de pertenecer a esta
raza aguerrida salían a flote en cada partido disputado.
Derrotas
y triunfos cosechados al calor de una gran unidad y hermandad que prevalecía
bajo el mando del gran “FOLLE”, que con sus terapias psicológicas o algo
parecidas a estas, nos motivaban no solo a dar todo en la cancha, sino en
nuestro propio desarrollo como ser humano y créanme, todos asumimos este enorme
compromiso, porque a estas alturas del partido de la vida, todos quienes
pertenecimos a esta generación, somos orgullosos profesionistas y dedicados a
lo nuestro, a la familia y al trabajo.
Algunos
camaradas aun siguen con la práctica del fútbol, otros como yo, decidimos mejor
dedicarnos a otras cosas, pero con el recuerdo a cuestas de haber pertenecido a
esta familia deportiva y educativa en un pasado que cobra notoriedad en el
presente.
En
este mundial 2014, en un país muy lejano, en escenarios totalmente distintos a
los que se acostumbra en el deporte llanero, en una asociación que destila
lazos de amistad, me ha hecho de nuevo vibrar de emoción, como si Fernando,
Miguel, Mata, Chocho, Beto, Roger, Wipa, Elix, Gil , Panchillo, Lamberto y yo,
fuéramos los que en cada partido de este mundial, disputamos el balón emulando
a esos inquietos estudiantes que portaban con honor la camiseta naranja del
Tecnológico.
Brasil
está en pleno apogeo futbolístico, y el recuerdo que yace en el corazón anidará
por siempre y difícilmente se podrá borrar.
El
cadipa volvió a retumbar en las gargantas.
CONTRAPARTE
Contrario
a todo este comentario, la realidad mundial del fútbol es hoy el gran negocio de emporios que han hecho a
la sombra de este deporte un espectro financiero; un espectro que arrasa con
todo, inclusive con la pasión que sentimos por algún equipo en particular.
Es
lamentable, pero la situación del fútbol es económicamente rentable para los
empresarios que dedican recursos para mantener el poderío ya no tanto para
saciar la pasión desbordante de los aficionados, si no para hacerse de más y
más recursos sin importar lo que se tenga que hacer para lograrlo.
La
finalidad del mundial es sencillamente económica, el pregón de hermandad entre
las naciones es mera publicidad avasalladora, tan solo pensar la derrama que
traerá consigo esta justa, hace que muchos países compitan por celebrarlo, aun
a pesar de las condiciones en que la ciudadanía se encuentra, como en el caso
precisamente de Brasil, en donde los
indicadores de pobreza, desempleo y delincuencia, están por la media en el
continente americano.
Por
eso de las protestas en las calles, por eso de las declaraciones de la misma
gente brasileña, que se quiere presentar a este país, como una nación
reluciente en todos los sentidos a los ojos del mundo, cuando que la realidad
es otra, llana y desolador.
Desde
que las ambiciones económicas superaron el asunto deportivo, ya nada ha sido
igual, todo es producto de comercio, el amor a la camiseta desaparece porque se
mantiene a la espera del mejor postor, del que pague más, del que negocia con
el elemento humano sin tomarlo en cuenta.
Desde
que negocio pudo más que el deporte, desde ese día se perdió el interés de
escalar los peldaños para ser un profesional, porque las trabas y la escases de
recursos, impiden que los jugadores llaneros lleguen un día a debutar en el
futbol profesional.
DEDICATORIA:
Al
equipo glorioso RANCHUGUBIÑA, un referente deportivo en la historia de la
comunidad.