Muchas veces no alcanzamos a
valorar la importancia que tiene la mujer en nuestras vidas, no logramos ver las
aptitudes, la inteligencia y el poder que encierra el sexo femenino en la
actualidad, sobretodo en la dirección de una familia o en el liderazgo de
sociedades enteras.
La escalada para lograr un digno
reconocimiento no ha sido fácil para las mujeres, han habido trabas, caídas,
humillaciones, dolor y discriminación, incluso violación a sus derechos más
elementales y aun así, continúan de pie, en la lucha por alcanzar el
reconocimiento de una sociedad cada vez más rígida, más responsable y crítica
ante una inminente dualidad para proporcionarle a la mujer el lugar que se
merece.
La liberación femenina, promovida
allá por los años sesentas, fue el parte
aguas de esta exigencia global que le ha ido cediendo espacio a la mujer para
ocupar algunos cargos en distintos ámbitos sociales como la política y el
trabajo. Posiciones que le han servido para la demostración de la enorme
capacidad que tienen para organizar, liderar y ejecutar acciones en pro de su
género y de las colectividades, coyunturas que prevalecen en la toma de
decisiones importantes.
En países como México, las leyes
se han venido modificando precisamente para darle cobertura y participación a
la feminidad, hoy en día, podemos observar a diputadas, senadoras y
gobernadoras, cumpliendo con el papel conferido en el tema político,
participación que se ha consagrado gracias al debate por construir un país más
equitativo con igualdad de oportunidades para todos.
¿Pero, son suficientes los
resultados obtenidos hasta ahora por las féminas?
Por supuesto que el proyecto de
igualdad aun esta en desarrollo, sobre todo si tomamos en cuenta que existen
rincones en el país en donde el hombre tiene todavía el dominio por encima de
las mujeres. Las comunidades indígenas son el claro ejemplo, las mujeres aun
son excluidas, sin voz ni voto que les permita formar parte del conglomerado
machista, sumisas ante las órdenes del hombre que solo las mira como objetos de
uso y maquinas reproductoras. Se les niega entonces el derecho a opinar, a
exigir respeto y demandar no ser golpeadas o ultrajadas, a vivir en paz y gozar
la dicha de pertenecer a un mundo igualitario, extraordinario, donde tengamos
cabida los y las mexicanas.
365 días del año, son suficientes
como para reflexionar el asunto, hasta donde hemos llegado y por donde queremos
transitar para alcanzar la justicia evidentemente necesaria para la convivencia
con el sexo femenino que por los siglos de los siglos, ha formado parte del
entorno masculino. En cualquier lugar, todo el tiempo, sentiremos la necesidad
de abrazar y besar a la mujer, un acto que encadena y que sella el pacto de
unidad.
¿Por qué entonces no logramos
entender su valor y en su lugar seguimos estigmatizando su género? ¿Por qué
negarles el derecho a triunfar y compartir con ellas el éxito?
Festejar a la mujer como
profesional, como política, como líder y como muchas facetas que sabemos pueden
emprender, haría que ellas sintieran más profundamente su inclusión y su
importancia, pero festejarlas como madres y esposas que le dan sentido a
nuestras vidas, es aun más relevante, porque estoy muy seguro, que sin ellas,
simplemente la familia, no tendría el mismo ingrediente y perdería su esencia.
Es por eso que al hablar de la
mujer, debemos de sentirnos orgullosos y bendecidos que dios la haya puesto
para caminar junto y de la mano con nosotros, ella, según las escrituras de la
biblia, que provino de las costillas del hombre, deberá estar por siempre
ahí a nuestro lado y debemos aprender a
aplaudir cada vez que alcance cada uno de sus objetivos.
La percepción de que el hombre
representa al sexo fuerte y la mujer el sexo débil, con el tiempo se va
desvaneciendo alejándose de la realidad,
porque si valoramos el trabajo por ejemplo de la mujer en el hogar y en el
cuidado, educación y alimentación de nuestros hijos, nos daremos cuenta del
gran esfuerzo cotidiano que realiza para mantener en línea recta dichas tareas.
La combinación hogar-trabajo, es una fusión que eleva el reconocimiento.
La mujer es la vida misma, porque
en ella se refleja el legado, la naturaleza, la creación, el campo fértil que
anida el fruto del hombre, que percibe la belleza que lleva en el vientre, que
protege y defiende su territorio ante las adversidades más complejas y
escabrosas.
La mujer es sinónimo de luz que
brilla en la oscuridad de la desesperanza, que sonríe ante la dificultad del
panorama y que llora por la sensibilidad que desprende su alma.
Resulta imprescindible seguir
derribando las barreras que traten de impedir su paso para llegar a concluir
sus retos y sueños, no permitir que se estanquen en el conformismo y en el
abandono, ayudarlas a conquistar ideales, a que se sientan seguras de formar
parte de este mundo, de un puñado social que las ama y que las necesita por el
simple hecho de que sin ellas, no se alcanzaría a comprender la evolución del
planeta.
Gobernemos junto con ellas la
institución que representa la familia, nadie por delante ni nadie por detrás,
es el principio de la balanza y del equilibrio, hagamos equipo para transformar
sociedades, la mujer nos necesita tanto como nosotros de su clara
participación, solo así saldremos triunfantes pese a que la globalización
acecha minuto a minuto a las comunidades del país.
En la medida que seamos
incluyentes, tolerantes y participativos, brindaremos confianza para ser pilar
de apoyo de la mujer y ella se sentirá segura de continuar con su emancipación
para escalar peldaños dentro de este mundo dominado principalmente por ideas
masculinas. Un sector que evidentemente necesita del perfume y del aroma
intelectual de la mujer.
Dedicatoria:
A Martha mi adorada esposa, que
ha sabido ser paciente con mis actitudes y que a diario me demuestra la
fortaleza para co-mandar el seno familiar en mi ausencia; gratitud y orgullo
por compartir a su lado todos los momentos agradables y por darme los mayores
regalos de mi vida: mis hijos.