lunes, 19 de mayo de 2014

LA LLEGADA DE LA MODERNIDAD




Tecnologías de vanguardia, crecimiento desmedido y sin equilibrio



Cada día que pasa, las tecnologías van ocupando un lugar ponderante en nuestras vidas, hemos llegado a depender tanto de estos que, no concebimos la idea de vivir al margen de las nuevas novedades tecnológicas.
Un estilo de vida propia del presente, donde facebook, Twitter, Whatsapp y otros muchos mensajeros electrónicos irrumpieron desastrosamente en el devenir de este estilo  y suplantaron el modelo tradicional de comunicación para con nuestros semejantes a distancia.
Las famosas cartas plasmadas con puño y letra y enviadas por correo tradicional fueron desplazadas brusca y fácilmente con la aparición del internet, de los teléfonos inteligentes y la serie de aplicaciones o programas utilizadas en los mismos las cuales transformaron una institución y un medio de interlocución que durante décadas fue parte de nuestras sociedades.
Ejemplo claro, es que ya casi nadie utiliza el correo, las estampillas, el buzón, a los carteros y demás que forman parte de esta marginada institución del estado, solo algunas empresas telefónicas y bancarias las siguen aprovechando, de ahí en fuera, han quedado al margen de la modernidad y sus consecuencias.
Por otro lado, es casi imposible mantenerse incomunicado, claro, mientras la tecnología no sufra algún tipo de afectación, es decir, no sabríamos a ciencia cierta lo que pasaría si en algún momento los sistemas de telecomunicaciones y sus derivados, sufrieran algún tipo de apagón tecnológico  en donde nada de los aparatos electrónicos funcionaran o simplemente perdieran su poder de almacenamiento y procesamiento de datos, supongo que las repercusiones quizá fueran enormes ante la clara dependencia que ha mantenido la humanidad hacia todo lo que huela y se parezca a tecnología.
¿Estamos preparados para ello?
No lo sabemos, pero existe la posibilidad de que mediante esto, se pretenda mantener el control por encima de la voluntad mundial, el grado de enajenación es proporcionalmente gigantesco.
El profético siglo XXI decepcionó afortunadamente a la humanidad en el asunto del fin del mundo, pero trajo consigo un panorama distinto al siglo pasado, acontecimientos buenos y malos que han arrastrado a sociedades enteras a vivir acorde al tiempo, en el consumismo, en la sumisión, en el degrado de conciencias a favor de los poderosos que emprenden día a día acciones para seguir destruyendo estilos del pasado, imponiendo modas, exiliando culturas; todo a la sombra de los avances en la tecnología, pretexto singular para la destrucción de nuestra cultura ancestral, de nuestro ambiente, de las colectividades desplazadas por las guerras, enfermedades, pandemias, muchas  de estas creadas por el propio ser humano, seres que luchan por la supremacía global y por el control absoluto de los rebaños repartidos en el orbe.
La modernidad o desarrollo tecnológico como ya lo dijimos, ha pegado fuerte en la cotidianidad del ser humano, pero también le ha pegado fuerte, incluso rebasando a muchas comunidades del país, en otros tantos, la modernidad ni siquiera ha llegado. Basta con escrudiñar la propia tecnología informativa, para darnos la idea de las proporciones de rezago, miseria, abandono, desnutrición, delincuencia y un cinturón interminable de pobreza, cánceres que demuestran y que ponen en entredicho el avance tecnológico, es decir, no existe equilibrio, equitativamente el reparto es abismal.
Estas comunidades, como la nuestra, siguen en las mismas, no podemos presumir que estamos acordes a la globalización, la distancia que nos separa es inalcanzable, la modernidad avanza y seguimos enfrascados, se dice que por lo menos 30 son los años de atraso, la magnitud es impresionante y desolador, el interés por iniciar a trotar y avanzar un poquito es negativo ante la falta de visión de quienes han querido conducir el rumbo y simplemente no han podido.
¿Cuándo fue entonces que la modernidad nos alcanzó y sin miramientos también nos rebasó?
Desde hace mucho tiempo, justo en el momento en que la vanidad, el egocentrismo, la intolerancia, el interés personal y económico, apareció en los proyectos de gobierno, cuando el sistema político centralizó la toma de decisiones en donde siguen sin incluir las opiniones de la ciudadanía, cuando el poder se convirtió en pugna y mafia donde solo unos cuantos han tenido cabida, cuando las políticas públicas han carecido de cimiento y se han quebrantado al momento de la aplicación en el campo social, cuando en vez de acudir al llamado de la sociedad se prefiere esconderse y evadir las responsabilidades, cuando la ambición ha empujado a los personajes de poder para ostentarlo sin importar comprar conciencias y allanar dignidades colectivas.
Fue justo en esos momentos cuando tristemente fuimos rebasados, muy a pesar que la tecnología está presente en nuestras vidas y seguimos con ella conforme va avanzando, el detalle radica en la modernidad estructural que no terminamos de alcanzar.
Lo hemos dicho en múltiples ocasiones, el mejor aliado de las respuestas es sin duda el tiempo y al parecer es el tiempo quien nos ha ganado la batalla, las respuestas han sido congeladas, inmovilizadas por el desinterés y la apatía, por el conformismo y la mala elección ciudadana.
Estamos atorados entre las tecnologías y la efímera modernidad, el eslabón que hace ratos se perdió entre la penumbra de la inacción política, entre el deseo de acumular riqueza haciendo que todo parezca sustentado en la legalidad pero con una  realidad corroída por el abandono y la desigualdad.
Solo basta con dar un recorrido en todos los rincones y así comprobar que estamos lejos de la presunción, que hemos estado desde siempre en esas condiciones y no es para menos, pero lo peor del caso, es que no sabemos hasta cuando seguiremos así.
¿De quien depende que esta condición  inmóvil se termine?
Desde luego que de ti, de mí y de todos que formamos la colectividad, desde este seno deberá partir lo que en realidad queremos que suceda en el mañana para bien de los nuestros y de la comuna en general. La alianza debe de fraguarse ya en todos los sectores para empujar el engranaje, es imprescindible hacerlo. De nosotros depende seguir siendo espectros dependientes de la enajenada tecnología o abolir por completo la esclavitud.
La modernidad se aleja cada vez y debemos seguirla si pretendemos crecer como pueblo, respetando invariablemente, el rico pasado que nos identifica como zapotecas.
DEDICATORIA:
Al sentido crítico y humanista de mi raza, de todo un pueblo que ha cumplido y que no se ha doblegado ante tanta desesperanza, a ellos que representan a una colectividad orgullosa, ansiosa de mirar la llegada de un presente mejor y diferente para todos, un presente totalmente distinto de lo que hoy, mentes inconscientes y perversas nos  pretenden heredar.