Tecnologías de vanguardia,
crecimiento desmedido y sin equilibrio
Cada día que pasa, las
tecnologías van ocupando un lugar ponderante en nuestras vidas, hemos llegado a
depender tanto de estos que, no concebimos la idea de vivir al margen de las
nuevas novedades tecnológicas.
Un estilo de vida propia del
presente, donde facebook, Twitter, Whatsapp y otros muchos mensajeros
electrónicos irrumpieron desastrosamente en el devenir de este estilo y suplantaron el modelo tradicional de
comunicación para con nuestros semejantes a distancia.
Las famosas cartas plasmadas con
puño y letra y enviadas por correo tradicional fueron desplazadas brusca y
fácilmente con la aparición del internet, de los teléfonos inteligentes y la
serie de aplicaciones o programas utilizadas en los mismos las cuales
transformaron una institución y un medio de interlocución que durante décadas
fue parte de nuestras sociedades.
Ejemplo claro, es que ya casi
nadie utiliza el correo, las estampillas, el buzón, a los carteros y demás que
forman parte de esta marginada institución del estado, solo algunas empresas
telefónicas y bancarias las siguen aprovechando, de ahí en fuera, han quedado
al margen de la modernidad y sus consecuencias.
Por otro lado, es casi imposible
mantenerse incomunicado, claro, mientras la tecnología no sufra algún tipo de
afectación, es decir, no sabríamos a ciencia cierta lo que pasaría si en algún
momento los sistemas de telecomunicaciones y sus derivados, sufrieran algún
tipo de apagón tecnológico en donde nada
de los aparatos electrónicos funcionaran o simplemente perdieran su poder de
almacenamiento y procesamiento de datos, supongo que las repercusiones quizá
fueran enormes ante la clara dependencia que ha mantenido la humanidad hacia
todo lo que huela y se parezca a tecnología.
¿Estamos preparados para ello?
No lo sabemos, pero existe la
posibilidad de que mediante esto, se pretenda mantener el control por encima de
la voluntad mundial, el grado de enajenación es proporcionalmente gigantesco.
El profético siglo XXI decepcionó
afortunadamente a la humanidad en el asunto del fin del mundo, pero trajo
consigo un panorama distinto al siglo pasado, acontecimientos buenos y malos
que han arrastrado a sociedades enteras a vivir acorde al tiempo, en el
consumismo, en la sumisión, en el degrado de conciencias a favor de los
poderosos que emprenden día a día acciones para seguir destruyendo estilos del
pasado, imponiendo modas, exiliando culturas; todo a la sombra de los avances
en la tecnología, pretexto singular para la destrucción de nuestra cultura
ancestral, de nuestro ambiente, de las colectividades desplazadas por las
guerras, enfermedades, pandemias, muchas
de estas creadas por el propio ser humano, seres que luchan por la
supremacía global y por el control absoluto de los rebaños repartidos en el
orbe.
La modernidad o desarrollo
tecnológico como ya lo dijimos, ha pegado fuerte en la cotidianidad del ser
humano, pero también le ha pegado fuerte, incluso rebasando a muchas
comunidades del país, en otros tantos, la modernidad ni siquiera ha llegado.
Basta con escrudiñar la propia tecnología informativa, para darnos la idea de
las proporciones de rezago, miseria, abandono, desnutrición, delincuencia y un
cinturón interminable de pobreza, cánceres que demuestran y que ponen en
entredicho el avance tecnológico, es decir, no existe equilibrio,
equitativamente el reparto es abismal.
Estas comunidades, como la
nuestra, siguen en las mismas, no podemos presumir que estamos acordes a la
globalización, la distancia que nos separa es inalcanzable, la modernidad
avanza y seguimos enfrascados, se dice que por lo menos 30 son los años de
atraso, la magnitud es impresionante y desolador, el interés por iniciar a
trotar y avanzar un poquito es negativo ante la falta de visión de quienes han
querido conducir el rumbo y simplemente no han podido.
¿Cuándo fue entonces que la
modernidad nos alcanzó y sin miramientos también nos rebasó?
Desde hace mucho tiempo, justo en
el momento en que la vanidad, el egocentrismo, la intolerancia, el interés
personal y económico, apareció en los proyectos de gobierno, cuando el sistema
político centralizó la toma de decisiones en donde siguen sin incluir las
opiniones de la ciudadanía, cuando el poder se convirtió en pugna y mafia donde
solo unos cuantos han tenido cabida, cuando las políticas públicas han carecido
de cimiento y se han quebrantado al momento de la aplicación en el campo
social, cuando en vez de acudir al llamado de la sociedad se prefiere esconderse
y evadir las responsabilidades, cuando la ambición ha empujado a los personajes
de poder para ostentarlo sin importar comprar conciencias y allanar dignidades
colectivas.
Fue justo en esos momentos cuando
tristemente fuimos rebasados, muy a pesar que la tecnología está presente en
nuestras vidas y seguimos con ella conforme va avanzando, el detalle radica en
la modernidad estructural que no terminamos de alcanzar.
Lo hemos dicho en múltiples
ocasiones, el mejor aliado de las respuestas es sin duda el tiempo y al parecer
es el tiempo quien nos ha ganado la batalla, las respuestas han sido
congeladas, inmovilizadas por el desinterés y la apatía, por el conformismo y
la mala elección ciudadana.
Estamos atorados entre las
tecnologías y la efímera modernidad, el eslabón que hace ratos se perdió entre
la penumbra de la inacción política, entre el deseo de acumular riqueza
haciendo que todo parezca sustentado en la legalidad pero con una realidad corroída por el abandono y la
desigualdad.
Solo basta con dar un recorrido
en todos los rincones y así comprobar que estamos lejos de la presunción, que
hemos estado desde siempre en esas condiciones y no es para menos, pero lo peor
del caso, es que no sabemos hasta cuando seguiremos así.
¿De quien depende que esta
condición inmóvil se termine?
Desde luego que de ti, de mí y de
todos que formamos la colectividad, desde este seno deberá partir lo que en
realidad queremos que suceda en el mañana para bien de los nuestros y de la
comuna en general. La alianza debe de fraguarse ya en todos los sectores para
empujar el engranaje, es imprescindible hacerlo. De nosotros depende seguir
siendo espectros dependientes de la enajenada tecnología o abolir por completo
la esclavitud.
La modernidad se aleja cada vez y
debemos seguirla si pretendemos crecer como pueblo, respetando invariablemente,
el rico pasado que nos identifica como zapotecas.
DEDICATORIA:
Al sentido crítico y humanista de
mi raza, de todo un pueblo que ha cumplido y que no se ha doblegado ante tanta
desesperanza, a ellos que representan a una colectividad orgullosa, ansiosa de
mirar la llegada de un presente mejor y diferente para todos, un presente
totalmente distinto de lo que hoy, mentes inconscientes y perversas nos pretenden heredar.